No es nada fácil. No es fácil para las personas o las organizaciones.
Un mercadólogo es la postura o el acercamiento o la actitud que llevas al mercado. Tu estrategia puede ser rápida o generosa o petulante. Con el tiempo, adoptamos la que nos funciona y abandonamos las otras.
Un comienzo curioso es ese que te burlas de la competencia. Ha funcionado. Lo hacen mas. De repente, ya eres el dominante, ya no hay de quien burlarse y necesitas una estrategia no de crecimiento sino de mantenimiento. No lo sabes hacer, una nueva persona se necesita o la compañía volverá a caer.
Un niño tierno usa su ternuréz para obtener atención, tratos preferenciales. Después, crece y tal vez ya no es tan tierno. De repente, todos los trucos que funcionaban antes ya no. Ya no eres tierno, ahora solo amargado.
Algunos tienen éxito teniendo mala cara, siendo difíciles de complacer, con pequeños momentos de amargura. Queremos ablandarlo, entretenerlo o complacerlo, así se había dado su eficacia. Después nadie le hace caso, lo odian. Cambia el método para obtener atención o acostúmbrate a estar solo.
Conociendo la urgencia de el problema y estar al tanto de la necesidad de cambiar a la persona es el punto crítico para cualquier mercadólogo. Una vez que ves como el juego que funcionaba ya no lo hace, entonces, tienes que imaginar, soñar un nuevo juego, uno mejor.
Porfavor no me vayan a decir sobre autenticidad. Las marcas y las personas se hacen, no nacen, y las usamos porque funcionan, no porque nuestra ADN nos dice. Cuando dejan de funcionar, es momento de cambiarlas.
Estar conforme con la persona conocida que ves en el espejo no es lo mismo que tener una apariencia que te ayude a alcanzar tus metas.
